El día en que Caperucita Roja se dio cuenta que el Lobo ni la pelaba …

Cuando nos subíamos a la burra, que en mi caso solía ser burras del azul y blanco, solía suceder que entre los morros, porque eso eramos, morros (y se me ocurrió aquí, BR, que a lo mejor nuestro morro, proviene del árabe de mora, moro (¿?)) íbamos de 5 a 6 a veces con destino a algo divertido, lo más seguro, y lo cabrón solía regir esas partidas. Y, las reglas regían que él que más chingaba, más cabrón era, en argot de aquel entonces. El caso era, como decía malamente el defeño aquel, Octavio Paz, chingar.

Quizá chingar sea muy fuerte, es más bien un juego ¿no?

Un juego donde ambas partes saben bien a que va el rollo. Aquí se ha discutido mucho, por estos días, sobre la relación entre la mujer y hombre. Este tema da para más por estos días, mas concretamente me refiero a una cosa que hoy vi cuando me disponía a visitar uno de los locales del monopolio de dispendios de venta de licor en Suecia a los que anteriormente me refería aquí.

Da la casualidad que a mí me parece una aberración ciertas conductas que son de los más normal por aquí. Y claro, me refiero, a las conductas dentro del sistema de transporte público.

Me acuerdo, cómo nos peleábamos, en inglés se dice jostle, que es una descripción más fidedigna, por otorgarle el asiento a una dama; morra; mujer que despierta deseos de sexualidad en un hombre. El jostle se daba no por otorgar el asiento, si no más tanto por ser cortés y por ser parte de algo mucho más importante, íntima de la relación entre un hombre y una mujer.

Aquí no. Aquí les vale madre, por así decirlo, de una manera ruda. Pero esto se debe a su cultura ¿no? Aquí la cultura inculca una igualdad de sexos. Que es como decir que la salsa y el ketshup es lo mismo.

Lo miro, como curiosamente los gabachos usan una palabra netamente de ellos/ellas, unamerican. Dicen así esos/esas cuando se topan con algo que no es americano, ah, pues yo lo digo, inmexicano, se comportan inmexicanamente.

Cuando voy por el metro, el bus, se me hace raro que los morros no se levanten a darles el asiento a las damas o vaya, a las viejitas, o que haiga un jostle por atraer la morra, dama, mujer, potencial amante, al subirse al bus, la burra, o el metro.

Es extraño ver como todo pasa como si nada.

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