Essay

Creative Commons License
This work by Julio César Martínez is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Mexico, Sweden and the USA License.

Related: Peregrinos de Aztlán

STOCKHOLMS UNIVERSITET Specialarbete i Spanska
Institutionen för spanska, portugisiska för filosofie kandidatexamen
och latinamerikastudier Vt 2005

1. Introducción

La literatura chicana como expresión artística tiene poco de ser reconocida como tal. No es hasta 1960 cuando en verdad se le empieza a tomar en serio como canon literario digno de ser estudiado lo cual, ha de ser mencionado, no ha sucedido sin sus controversias y batallas pues “[h]a sido motivo de gran polémica entre los críticos en paneles y congresos de literatura la delimitación temporal y, más todavía, los orígenes de este corpus literario”. (Flores 125). Los argumentos de la resistencia en contra de la literatura chicana han ido desde que “dicha producción no cumplía con los requisitos formales establecidos para llegar a constituir literatura” hasta verse como una amenaza pues “se trataba de una literatura … peligrosa, ya que los valores que reflejaba se oponían combativamente al canon establecido por la literatura anglosajona” (Flores 124). La polémica de sus orígenes está sumamente ligada al evento histórico que llevó a México y a los Estados Unidos de América a la guerra. Según Flores, “[p]ara muchos, la literatura chicana debe de comenzar con la producción de textos a partir de 1848 en los territorios cedidos a los Estados Unidos” (126). De hecho, es de notarse que la literatura chicana tiene como una de sus características la referencia a eventos históricos relacionado con ella, como dice Ramón Saldívar, “[t]he novel, more so than any other literary genre, insists on this tie to the real.” (74). Hoy en día la literatura chicana goza de un auge de popularidad sin par y su establecimiento en el canon literario tanto del lenguaje inglés como el español está establecido y “ha alcanzado una mayoría de edad” (Flores 135). Como ejemplo de lo anterior se puede mencionar que la renombrada escritora Sandra Cisneros, autora de, entre otras obras, The House on Mango Street, ha sido por primera vez traducida al sueco. Su novela Caramelo, narrada en gran parte en inglés, pero con una mezcla de español y de spanglish, ha sido editada en marzo del presente año por la editorial Norstedts. Asimismo, hay varios autores chicanos de renombre internacional, que, en parte por la dificultad de traducir el spanglish a otras lenguas, aún no han sido publicadas fuera de los países hispano y anglohablantes.

De este campo literario hemos escogido la novela Peregrinos de Aztlán del escritor chicano Miguel Méndez como objeto de análisis para nuestro trabajo. Miguel Méndez nació en el pueblo norteamericano de Bisbee en Arizona, EEUU. Se comenta mucho que de niño devoraba cuanto libro se le ponía a su alcance. Sus primeros libros están basados en sus experiencias como trabajador en campos de agricultura y dentro del ramo de construcción, ladrillero entre 1945 y 1970. Se educó sólo y recibió un Honoraris Causa de la Universidad de Arizona en 1984. Como escritor ha sido apreciado tanto en Europa como México y los Estados Unidos de América. Más que nada, la hemos elegido porque es un clásico de la literatura chicana, escrito en español, como dice Miguel Méndez, desde “donde rige el idioma inglés” (Tequida s/p 2004). La publicación de la novela ha sido una aventura en sí por igual ya que vio la luz del día por primera vez en un garaje de la casa de Miguel Méndez en 1974 , quien, junto con el escritor chicano Aristeo Brito, “founded their own tiny publishing house […] they were committed to do what was necessary to bring forth their message….” (Keller s/p 1994).

En lo que concierne al lenguaje español y su novela, Miguel Méndez dice que:

Esta literatura tiene dos caras: además de darse en lengua española, se da en gran parte en lengua inglesa. Se sobreentiende como verdad indiscutible el hecho de que todo autor tienen plena potestad de usar el lenguaje que mejor acomoda a sus entenderes para mejor expresar su obra. (Tequida s/p 2004)

Aunque el autor de la novela se refiere a que las novelas chicanas se escriben tanto en inglés como en español, cabe notarse que predominan las escritas en inglés. Rodriguez del Pino comentó en 1994 que de los cinco autores en su libro La novela chicana escrita en español: cinco autores comprometidos, es sólo Méndez quién continúa escribiendo en español y el español, tanto como el género literario del cual proviene, es uno que causa desafíos para el lector. En Peregrinos de Aztlán, Miguel Méndez utiliza dialectos del español como “Border Spanish, Chicano Spanish and “pachuco calo” (a hybrid street Barrio jargon)” (Rodriguez s/p 1994) en su texto literario lo que “inquieta fuertemente a quienes tienen la tentación de creerse los dueños del idioma. [y aquellos] que nos sentimos muy seguros porque nos presumimos más hijos legítimos de la lengua española”. (Mendívil 1990) Entonces, dentro de la literatura chicana, el sólo hecho de que esté escrita en español es un parte aguas en sí ya que son muy pocos los que han escrito en castellano para describir la realidad chicana, cuestión de lo cual el autor parece estar orgulloso, “Durante 30 años tuve el escaño superior en el Departamento de Letras en la Universidad de Arizona y nunca dicté una clase en inglés”. (Tequida s/p 1994)

Como punto final a esta introducción, estaría bien explicar qué es un chicano. De acuerdo con lo expuesto por el poeta chicano Tino Villanueva (1985), se trata de un término que ha significado desde un “peyorativo que hacía referencia al mexicano ‘de clase inferior’, entendiendo por el mismo un ciudadano estadounidense de ascendencia mexicana, fuese oriundo de los Estados Unidos o ciudadano ya naturalizado” (Villanueva 7) hasta ser “un autoapelativo para un in-group que se resistía a aceptar las normas culturales norteamericanas” (Villanueva 15) dentro de los Estados Unidos de América. Villanueva agrega en el prólogo de su libro que los chicanos también se autoidentifican como pochos, Mexican Americans, mexicanos-norteamericanos y pachucos , los cuales son, por igual, términos que en muchos de los casos vienen siendo sinónimos para representar la misma cultura que el chicano representa: la cultura mexico-americana de los Estados Unidos. Cabe por igual mencionar que el término chicano es considerado una construcción social, Judith Hernández-Mora (s/p 2003) menciona lo siguiente:

El chicano imaginado, en primer lugar, ese que se nombra en inglés (y por lo tanto se percibe desde una mirada anglosajona), es un sujeto Otro, radicalmente distinto, que “tiende” a ser mexicano aunque “pretende” comportarse como un conacional, es un sujeto que siempre está en lucha por reivindicarse ante la sociedad extendida norteamericana e incluso, ante la mirada prejuiciada mexicana; es una minoría que ha logrado tener representantes en la política norteamericana e influir en instaurar el español como segunda lengua en un país angloparlante.

1.1 Propósito e Hipótesis

Uno de los aspectos más notables en la narrativa chicana es la relación que se da entre instituciones gubernamentales y los personajes de las novelas. El propósito de esta monografía es observar detalladamente este tipo de relación en Peregrinos de Aztlán. La novela trata sobre la vida de los mexicanos que habitan en los EEUU., muchos de los cuales son chicanos que han radicado ahí durante varias generaciones; espaldas mojadas que son clases sociales marginadas que buscan irse ilegalmente a los EEUU e indios (indígenas mexicanos) que dejan sus tierras por la promesa de una vida mejor fuera de México para sólo encontrar amargura y desesperación en la zona fronteriza entre los EEUU y México. Para facilitar nuestro análisis e identificar a estos grupos sociales con mayor claridad utilizaremos el término indigentes que abarca los tres grupos arriba mencionados y del cual daremos detalles de ellos más adelante. El tema de la relación entre las instituciones gubernamentales y los indigentes, parece no tener antecedentes en la crítica de esta novela ya que nuestra búsqueda por encontrar trabajos similares ha sido infructuosa. Hemos encontrado cualquier cantidad de estudios que discuten desde los rasgos de estilo y lenguaje de la novela, de cómo surgió y sobre el fenómeno de la migración que se da del sur al norte de México, hasta comentarios de lo importante que la obra es para el corpus de la literatura chicana, pero nada sobre la relación que se da en la novela entre instituciones e indigentes.

La premisa es que el chicano, el espalda mojada y el indio son entes aislados que existen en la periferia de la sociedad donde se desenvuelven y que muy poco o nada tienen que ver con las entidades institucionalizadas que les rodean. Aún así, suele suceder que las instituciones marcan la razón del existir de los personajes. Es decir, a no ser por tales instituciones la existencia de los chicanos, espaldas mojadas e indios quizá no existirían como grupos marginados. Por ende, existe un conflicto en la relación. El rechazo abierto a las instituciones de alguna manera representa parte de la vida del chicano, del espalda mojada y del indio en Peregrinos de Aztlán. Entonces cabe preguntarse ¿en qué medida marca la existencia de los personajes en Peregrinos de Aztlán la relación que estos últimos tienen vis-à-vis las instituciones? La respuesta viene siendo una donde las instituciones son en la mayoría de los casos los culpables del malestar social que aqueja a los personajes marginados de la novela.

1.2 Definiciones de algunas palabras clave

Aquí es menester definir varias palabras clave de la novela en cuestión: chicano, indio y espalda mojada. Cada una de estas palabras son definidas en la novela como algo menospreciado, “…pero también sé ahora que ser chicano o espalda mojada es ser esclavo y vivir menospreciado.” (63) Por igual, indio significa lo que el autor de la novela da entender como indio, como se puede apreciar en la siguiente cita: “El ser indios significaba el olvido, el oprobio, el desprecio, la inicua sentencia de la más vil de las miserias y el afrentoso desdén a sus pieles prietas.”. (171). Asimismo, chicano, indio y espalda mojada serán identificados en su conjunto como indigentes. Por indigentes se refiere a los personajes de las novelas que no están en una situación de favor con las instituciones que se manifiestan en la novela, ya sea por cuestiones económicas y/o étnicas.

Otra palabra clave es institución, con la que nos referimos a los cuerpos tanto políticos como sociales de una nación o estado. Como la novela trata sobre dos naciones, EEUU y México, las instituciones en estos contextos son los cuerpos que componen las sociedades en estos países; estas pueden ser instituciones del orden público, como las castrenses, policíacas o federales como la de seguridad nacional en los EEUU conocida antiguamente por las iniciales de INS (Immigration and Naturalization Services); instituciones de salubridad; instituciones eclesiásticas, instituciones educativas, e instituciones político/democráticas que rigen el orden del día con leyes y procesos políticos. Recordemos que las instituciones políticas toman decisiones en torno a la sociedad en general y que forman una red de relaciones que en sí son responsables en determinar quién recibe poder y cómo son las decisiones abordadas.

1.2 Corpus

El corpus de nuestro estudio es la novela Peregrinos de Aztlán de Miguel Méndez. Asimismo, utilizaremos también estudios que se han hecho sobre la novela de Miguel Méndez para sustentar las observaciones que se hagan en torno a la novela y las observaciones que salgan de la lectura cercana del texto. Por igual, utilizaré estudios que se han hecho sobre los chicanos y el estudio del fenómeno que se da entre la frontera de México y los Estados Unidos.

1.3 Método

Las teorías del filósofo francés Michel Foucault sobre la relación entre el individuo y el poder son las más relevantes para nuestro análisis. En El sujeto y el poder, Foucault afirma lo siguiente:
La dominación es, de hecho, una estructura general de poder cuyas ramificaciones y consecuencias se pueden a veces encontrar descendiendo a las más recalcitrantes fibras de la sociedad. Pero al mismo tiempo es una situación estratégica más o menos aceptada como un hecho y consolidada por medio de una confrontación a largo plazo entre adversarios. […] Pero lo que hace de la dominación de un grupo, una casta o una clase, junto con la resistencia y las revueltas que enfrenta la dominación, un fenómeno central en la historia de las sociedades, es que ellas manifiestan, de una forma masiva y universalizante, a nivel del cuerpo social entero, la conjunción de relaciones de poder con relaciones de estrategia y las consecuencias resultantes de su interacción. (Foucalt s/p)

Tomando en cuenta lo anterior, hacemos notar que el poder es un factor de relevancia en lo referente a la dominación de grupos considerados minoritarios en una sociedad.

El método utilizado será el de lectura cercana, nos enfocaremos en pasajes donde la relación entre el indigente y las instituciones esté presente para de este modo poder analizar la relación entre ambas partes. Esto quiere decir que por default utilizaremos el método inductivo para llegar a las conclusiones que la lectura cercana proporcione.

2 Análisis

2.1 Las instituciones

Una de las cuestiones más significantes de la novela chicana es que hay una denuncia social en contra de la opresión que instituciones gubernamentales perpetran sistemáticamente en contra de los chicanos, indios y espaldas mojadas, a los cuales de ahora en adelante nos referiremos como indigentes. Esta relación entre instituciones e indigentes data desde que la guerra México-Americana terminó. El Dr. Raúl Hinojosa-Ojeda nos recuerda que en el artículo 9 del Tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848 que dio por terminado el conflicto bélico, se puede ya observar una cierta ambigüedad en lo referente al estatus político de estas personas: “desde el principio ya había una ambigüedad latente entorno a cómo se le debería de tratar a esta gente y si tendrían acceso directo a todo un régimen de derechos [constitucionales de los EEUU]” (1998). Esta problemática se extiende de igual modo hacia los indigentes que habitan las ciudades fronterizas entre México y los Estados Unidos, como bien puntualiza Justo S. Alarcón:

El autor Méndez nos describe esa realidad humana de la frontera entre México y Estados Unidos, que es el resultado de las leyes del juego de la oferta y la demanda capitalista, de la extrema división de clases, de la enraizada discriminación racial y del desbalance socioeconómico de dos países colindantes que fuerzan a la población obrera a que emigre en masa de una parte a otra (2004 s/p).

“La mayor parte del tiempo” dice Michel Foucault, “el Estado es percibido como un tipo de poder político que ignora a los individuos, que mira sólo los intereses de la totalidad, yo diría, de una clase o un grupo de ciudadanos.” Y es así como las instituciones en Peregrinos de Aztlán se manifiestan, frías y ajenas al dolor de los personajes de la novela. Tanto las instituciones castrenses como las policíacas son las más mencionadas en la novela y ambas son descritas como instituciones que fracasan en su labor de brindar una red de seguridad al ciudadano además de que queda claro que hay abuso de poder a desfavor del indigente.

El discurso que se da entorno a las instituciones en Peregrinos de Aztlán es un discurso que conmueve por los obvios sistemas de tratamiento preferencial hacia ciertos grupos tanto étnicos como sociales. Para empezar, abordaremos el tema de las instituciones castrenses de los EEUU. El espacio cronológico de la novela se da durante un tiempo en que los EEUU tuvo conflictos bélicos con la que hoy se llama República Socialista de Vietnam y cuando darse de alta en los cuerpos castrenses era obligatorio en los EEUU. Mostraremos algunos ejemplos aquí. Dentro del orden castrense se ve que hay una clara preferencia en beneficio a los que tienen dinero y los que no, “¿Escuela? ¡chale, carnal! Simón, a la war te llevan, ése, y te dan en la jefa de volada. No nos dan quebrada los bolillos porque semos prietos, ése, y pos tú sábanas, pa’tener batos que les hagan el jale free.” (49) Esto no los dice Jorge Curiel alias el Buen Chuco, un chicano alcohólico, pobre y buscapleitos que trabajó toda su vida en campos agrícolas y cuya única opción para salir adelante era dándose de alta en el servicio militar, y como bien lo expresa el Buen Chuco, ahí uno es sólo carne de cañon (49). En contraste, veamos otra cita donde los que tienen dinero pueden evitar darse de alta en las instituciones castrenses, “Lo cierto es que gracias a sus elevadas calificaciones en la universidad se había librado de ingresar al ejército” (124) relata el narrador de la novela, marcando la diferencia entre pobres y adinerados, cuando explica la vida del juez norteamericano Rudolph H. Smith y la razón por la que su hijo evade hacer el servicio militar porque él sí ha podido cursar una carrera a comparación de la fortuna que le tocó al Buen Chuco, el cual no asistió a una escuela de estudios superiores ya que se le discrimina.

Asimismo, se puede notar cómo los indigentes son ignorados cuando recurren al auxilio de las instituciones policíacas. Hay un grito de auxilio, emitido por Rosenda Pérez Sotolín, alias La Malquerida, personaje de la novela que fue engañada por personas que se dedican al trato de blancas. Desgraciadamente, La Malquerida se dio cuenta del engaño demasiado tarde y terminó siendo explotada por sus secuestradores para fines de lucro y prostitución. “Defendiéndome desesperada me pegué a las rejas de la ventana de la odiosa prisión y vi a dos policías, “¡ayúdenme!, ¡auxilio”, les grite. Me respondió uno de ellos: Cállate, piruja desgraciada, o te meto a la bartolina.” (130). Es así como se nos relata cómo se hace caso omiso de un grito de socorro ante las autoridades, las cuales, por lo visto les importa muy poco la situación de los indigentes.

Otros ejemplos de instituciones que se muestran como entidades que se portan indiferentes ante las necesidades de los indigentes son las educativas. “En las escuelas gabachas nos apartan como a retardados por no hablar totacha” (77) le dice el Buen Chuco a Loreto Maldonado, indio Yaqui de 80 años y personaje principal de la novela, al explicarle su condición de chicano en los EEUU y la razón por la que no asistió a la escuela como presumiblemente se es debido; otro ejemplo, “Aquí no entra el schoolbus por los chavos. Chanza que ya metido en el college no le hubieren hecho draft” (120) dice Pánfilo, otro personaje de la novela, el cual lamenta la muerte de su hijo en la guerra EEUU-Vietnam. Pánfilo se pone a especular sobre el destino de su hijo de haber sido otra su suerte. Estas situaciones tienden a crear criaderos de desconfianza y los personajes de la novela lo demuestran así, pues se da un rechazo total hacia las instituciones y se nota explícitamente el recelo hacia ellas, como bien lo expresa el Buen Chuco: “¡Chale, carnal! Pa la raza no hay leyes a favor… “ (78); y es que las instituciones no suelen hacerle caso a los personajes indigentes, aún cuando éstos se encuentran en situaciones precarias, como la defensa de su propia vida, ejemplificado anteriormente por La Malquerida (130) o en situaciones que los pone en contacto directo con ellos:

La pobre Magui quedó sola con el resto de sus hijos, condenada a pedir ayuda, limosneando en los laberintos de la burocracia tal si fuera una mendiga que recorre oficinas. La rechazaban con pretextos. Olía mal, hedía; además estaba lejos de vestirse a la moda (185).

Este pasaje ilustra la tragedia de Magui, esposa de Pánfilo, el cual sufrió un trastorno mental al enterarse de la muerte de su hijo en la guerra de Vietnam, y por ende admitido al manicomio dejando sola a Magui.

Otra crítica que se puede apreciar en Peregrinos de Aztlán concerniente a las instituciones es el rol que las instituciones de medios comunicativos juegan en la novela y cómo estos refuerzan la imagen que se da del indigente y sus males como una cuestión intrínseca a ellos. La crítica yace en que los servicios comunicativos son sordos a la súplica de los pobres porque si bien hubiere un deseo de informar imparcialmente, este sería el de nada más enterarse de los hechos consultando a ambas partes en el conflicto, pero esto es justo lo que no sucede. La prensa sólo reporta los hechos que las instituciones policíacas presentan ante los medios comunicativos, o bien, especulando un poco, lo que ellos mismos se inventan. Por ejemplo, en la siguiente cita se relata en forma de nota roja cómo es que Mario Miller de Cocuch, hombre acaudalado y político fue asesinado:

Ayer por la mañana, cuando el señor Mario Miller de Cocuch, conocido hombre de empresa, se dirigía a sus ocupaciones habituales, fue asaltado de improviso por un malhechor, que sin mediar palabra, impulsado por sus malos instintos cavernarios, lo agredió a puñaladas, dándose a la huida. (132).

Lo que no se relata es por qué lo mataron o el pasado negro del occiso. El asesino, Pedro Pérez Sotolín, es hermano de La Malquerida y el señor Mario Miller de Cocuch es el secuestrador de La Malquerida, quién la lleva a la ciudad de Tijuana, como hemos dicho antes, por medio de engaños. El señor Mario Miller de Cocuch fue asesinado para defender el honor manchado de la hermana de Pedro Pérez Sotolín. O sea, ¿qué otros remedios le quedan al indigente en Peregrinos de Aztlán para solucionar su necesidad de justicia? recordemos que La Malquerida pidió ayuda a la policía para que la socorrieran, pero su grito de auxilio no fue atendido. La respuesta es quizá que no les dejan otro remedio más que hacer justicia por cuenta propia.

2.2 Los Indigentes

Quizá el último juicio crítico que la novela de Miguel Méndez emite en contra de las instituciones que existen en la franja fronteriza entre los EEUU y México es que las instituciones no quieren escuchar ni saber nada sobre las injusticias que los indigentes sufren, como bien dice La Malquerida en la novela, “¡No hay justicia para los pobres! ¡No hay! ¡No hay justicia para los pobres! Sólo para los que tienen dinero. ¡Malditos! ¡Malditos!” (131). Se da una relación de poderes desequilibrada donde es el indigente quien más tiende a perder en todos los casos en donde se da una relación entre instituciones e indigentes, quienes, hay que recalcar, están básicamente despojados de todo derecho por el simple hecho de tener carencias materiales o tener un color de piel diferente. Las instituciones en Peregrinos de Aztlán son manipuladas y representadas por personajes racistas que se creen superiores a los personajes indigentes como el narrador de la novela nos hace ver: “Rudolph H. Smith, juez honorable a toda prueba, desarrolló sin embargo cierta alergia interior a la presencia de personas de piel oscura; para él, más que natural, no ser de raza blanca constituye en cierto modo un delito que de alguna manera debe de castigarse.” (120). El racismo que gira entorno al indigente es uno del cual ellos mismos están conscientes y el cual delimita su avance personal. En esta novela se da un tipo de narrativa donde no es inusual encontrarse con frases como “no nos dan quebrada los bolillos porque semos prietos” (49), “Aparte de que tú, al igual que yo relumbras de prieto, y eso allá [EEUU], mano, es más que un delito.” (70), “La gente prieta no tiene valor” (131).

A pesar de todo esto la humanidad del indigente es resaltada y es menester puntualizar que la bondad de los indigentes es superior a la de los personajes que personifican el ciudadano modelo en la sociedad estadounidense como por ejemplo el juez Rudolph H. Smith. Los indigentes se cuidan entre ellos mismos, como cuando juntan un poco de dinero para que uno de los suyos compre alimentos, “Me acuerdo del Moroyoqui…que se nos cayó de hambre. Entre miles de pelados hechos bolas, claro que algunos caían de hambre… En puras cacharpas de veinte y de diez centavos le juntamos quince pesos para que se diera una alimentadita.” (62) o cómo es que no dejan abandonados a sus compañeros de peregrinación (recordemos que la novela se llama justo Peregrinos de Aztlán) aún cuando estos caen muertos en medio de la nada, “Pos ahí entre el desierto enterré a mi cuate […] Busqué algo con que hacerle una cruz. Ni un desgraciado palo hallé, pero dí con un montón de huesos, no supe si de perro, hombre, vaca, lo cierto es que le puse su crucecita. (61-63). A comparación, la bondad de los personajes que disfrutan de un buen estatus social en la novela suele ser gente de bajos escrúpulos, falsa:

… de puro colmilluda los procuró en gran necesidad para pagarles poco. … De allí a medida que crecía el negocio, la cabría vieja arrimaba más “mojados”; llegó a ocuparlos por docenas. Se daba aires de caritativa, presumiendo de muy cristiana, pues gracias a ella comían aquellos mexicanos por primera vez hasta que se les soltaba el ombligo y conocían lo que es ponerse zapatos….Según ella los empleaba a sabiendas que eran “espaldas mojadas” por pura humanidad. Quién sabe cómo pero cuando enumeraba sus obras pías, ponía una cara más beata que una borreguita enferma. (36)

La representación de la falsedad de la gente también es descrita en sus actos más benévolos pero la narración deja ver en claro que ese tipo de falsedad es reprochable.

De cincho que iban a rogar por algo cuantioso, de otro modo no hubieran sentido la gran necesidad de dar limosna. La dama aristocrática puso en la mano de Loreto un billete de cinco pesos. A la vez que dulcificaba el rostro con beatitud, le rezaba dulcemente: Ayúdese con esta humilde dádiva, buen hombre”. “¡No!, contestó altanero. “Yo trabajo, no acepto limosna de naiden”. (15)

Los personajes de Peregrinos de Aztlán de alguna manera u otra tampoco quieren saber nada sobre los representantes de las instituciones que giran en su entorno como se hace notar en la siguiente cita: “Éramos muchos miles, de seguro que olió la miseria. Le agredecimos que no prometiera nada, por lo menos no se burló del dolor haciendo promesas.” (62). Hay un rechazo intencionado por parte de los personajes de la novela hacia los representantes de dichas instituciones pues saben que sólo son usados y manipulados con engaños para el beneficio de otros, como bien lo dice el Buen Chuco:

Eso sí, en tiempo de elecciones van los batos y te dicen que son tus camaradas, que te van a dar la baisa; al recle, cuando ganan el puesto, ¿sabes qué?, se limpian el trasero con sus pinches promesas y algunos perros hasta prohiben las huelgas. (78)

Si el indigente en Peregrinos de Aztlán se va a encontrar con las instituciones es porque existe en la relación, que se da entre ambas partes, un conflicto. Uno de los mejores ejemplos donde se puede apreciar este conflicto en la novela es cuando se relata sobre la vida del personaje llamado Buen Chuco. En una escena donde se encuentra ante un tribunal de la justicia de los EEUU ocurre una expresión de incomunicación donde tanto por parte del Buen Chuco como del juez que lo está juzgando, Rudolph H. Smith, ninguno quiere saber nada de la situación que cada uno tiene enfrente de sí. El juez se haya incompetente para comprender la situación del Buen Chuco o comprender su lenguaje; asimismo el Buen Chuco tampoco reconoce la legalidad de la institución. Ambos se ignoran pero más para el detrimento del Buen Chuco ya que es él quien paga la sentencia que el juez del tribunal dictamina en su contra. Mas él ya tiene una idea formulada sobre la institución que lo está juzgando. No cree en ella. “¡Chale! La ley se la pasan estos rucos por las verijas. Ése, sabes qué, estos batos train la ley como calzón de puta.” (126). El veredicto, avalado por la institución que el juez representa, confirma lo que aquí se ha venido elucubrando sobre la manera en que las instituciones actúan con los indigentes. El Buen Chuco suelta una letanía de dimes y diretes en contra del juez en el único idioma que puede, una mezcla de español con inglés, caló y mexicanismos. El juez demanda que se traduzca lo que el Buen Chuco dice en su lengua, ordena al abogado defensor a traducir lo que se está diciendo sobre el juez, quién, al escuchar lo que se dice de él, demanda que no se prosiga más con la traducción, “Demando que te calles, ¡cállate!, saquen de aquí a esa escoria de la sociedad, mal educado, vergüenza del género, cavernario…” (127). Lo trágico de este encuentro es que no se da una comunicación, el abogado defensor es el traductor entre el juez y el Buen Chuco pero este último ya está sentenciado aún antes de siquiera presentarse los cargos, pues así nos narra el narrador de la historia del Buen Chuco lo que el juez piensa de él al entrar al recinto de la justicia, “…[el juez] pudo entonces hincar la vista en el pachuco, el rostro fue enrojeciéndosele de indignación, dibujó un gesto de profundo odio…” (126).

2.3 La opresión visible

Hay veces, incluso, que la opresión de las instituciones es tanta que sale de la misma boca de los personajes como un peso insoportable que no pueden llevar más en sus hombros, tal es el caso de Frankie Pérez quién explota al decir que:

Él, su familia, la guerra, el desprecio, la esclavitud; la escuela. ¡No se habla español! El hambre. ¡Spanish no! Las uvas … sin medicinas; I told you! Don’t speak Spanish! La gente prieta no tiene valor; a trabajar duro, duro, duro. Listen! Speak English! La guerra, the war, ay ay, la gue…(149)

Le pesa tanto que no puede ni terminar de pronunciar la palabra guerra. También con La Malquerida quién se suelta en llanto al ser interrogada por unos agentes de la policía: “-¡No hay justicia para los pobres! ¡No hay! ¡No hay justicia para los pobres! Sólo para los que tiene dinero. ¡Malditos! ¡Malditos!” (131). Se da un llanto de desesperación. Es el desenlace total de la frustración de no poder en contra de esas instituciones y tiene un final trágico. Frankie se va a la guerra donde es muerto en batalla; La Malquerida, a pesar de que el destino le depara una cárcel osa decir, “–¿Qué más da una cárcel que otra?” en claro tono desafiante a las autoridades que la cuestionan, lo cual obliga a los oficiales de la ley a escuchar su historia,
“ –No me interrumpa, o me callo y no respondo a sus preguntas.” (129) les dice a los oficiales de la policía que lo único que les interesa saber son los pormenores en que ella pudo ser participe en el crimen y no la desgracia que la aqueja.

2.4 La república de los indigentes

Hay una denuncia total hacia las instituciones y aparatos políticos de las sociedades en cuestión a tal grado que hay un anhelo de formar una república propia: “…clavaremos en tu corazón inconmovible la bandera desgarrada de los espaldas mojadas.” (82) dice una de tantas voces en la novela, que sufre el auge del sol, la desesperación. Y más adelante, en una voz profética, la república nace en una visión, “Me ganó la ilusión y vi en la cósmica soledad del desierto Sonora-Yuma la república que habitaríamos los espaldas mojadas, los indios sumidos en la desgracia y los chicanos esclavizados. Sería la nuestra, la “República de Mexicanos Escarnecidos”. (91). Varios críticos2 ya han notado este anhelo:

“No hay favoritos en esta extensión, ni México, los Estados Unidos de América, ni la peculiar tierra de nadie –la “Mexerica” o “Améxico” que ondula entre, adentro, debajo de y arriba de las dos formas de estado y que es la provincia y especialidad del peregrino Chicano” (Keller s/p 1994)

Se observa que hay un consenso común entre los críticos al respecto. La república libre de opresión es un deseo que el indigente anhela, quiere alejarse de los males que le aquejan y, ante todo, de las instituciones que lo oprimen. Las instituciones no dejan otro camino libre.

3. Conclusión

Hemos visto cómo las instituciones gubernamentales en Peregrinos de Aztlán se comportan con los indigentes. Los chicanos, los indios y espaldas mojadas sufren malestares sociales por parte de las instituciones y sociedades que componen parte de su vida. Miguel Méndez presenta una sociedad ansiosa de una vida mejor, de seres con ambición pero que no logran sus objetivos porque las instituciones que los deberían de ayudar no hacen la labor que deberían de estar haciendo. Los indigentes, por otra parte, sueñan con librarse de la situación en que se encuentran, la ambición por una vida mejor los empuja a salir adelante sea como sea aunque el destino les depare una muerte segura, un componente esencial de la narrativa chicana. Se quiere detallar esta cruenta realidad como testimonio de un conflicto que se vive a diario entre dos culturas que se encuentran frente a frente, instituciones e indigentes, de México contra EEUU, de rico contra pobre, etnia contra etnia. Es de nuestro pensar que la relación en cuestión merece más investigación y que aún falta por detallar los pormenores de la relación y sus causas, esperemos que futuros investigadores se interesen en abordar la problemática que Miguel Méndez nos plantea en su novela.

4. Bibliografía

Alarcón, Justo S. “Lo Esperpéntico en Peregrinos de Aztlán y Criaderos humanos, de Miguel Méndez.” [Internet]. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2004. Disponible en:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/34696286542381641954679/p0000001.htm#I_0_ [Consultado: 02 Noviembre 2004].

El consiguiente ensayo trata el tema de lo esperpéntico, el cual fue un término que don Ramón del Valle-Inclán acuño en su novela Luces de Bohemia. Se quiere presentar, por medio de la técnica literaria del esperpento, que los personajes de ciertas novelas, Peregrinos de Aztlán ahí incluida, son amorfos.

Flores, Arturo. “Etnia, cultura y sociedad: apuntes sobre el origen y desarrollo de la novela chicana.” Estudios filológicos [Internet]. 1997, no.32, p.123-136. Valdivia, Chile. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0071-17131997003200011&lng=es&nrm=iso [Consultado: 30 Noviembre 2004]

El presente trabajo detalla el origen de la novela chicana desde su aparición como género literario en 1960 hasta su aceptación como literatura universal.

Foucault, Michel. “El sujeto y el poder”, [Internet]. Disponible en: http://www.campogrupal.com/poder.html [Consultado: 09 Enero 2005].

Hernández-Mora, Judith. “El chicano imaginado ¿o el chicano que se imagina?” [Internet]. Reencuentro: Análisis de Problemas Universitarios [Publicaciones periódicas]: Revista de Literatura Chicana. No. 37 – agosto 2003. Disponible en:
http://www.xoc.uam.mx/~cuaree/no37/dos/articulo.html [Consultado: 01 febrero 2005].

Hinojosa-Ojeda, Raúl., 1998. ”North American Integration and Concepts of Human Rights:
Reflections on 150 Years of Treaty Making” [Internet]. Los Angeles, University of California, Los Angeles. Disponible en:
http://www.sscnet.ucla.edu/chavez/hinojosa/chicano125/treaty~2.html [Consultado: 20 octubre 2004].

El artículo en cuestión discute la historia de la migración laboral de México hacía los Estados Unidos Americanos desde que ambas naciones se formaron como tales. Por igual se discute el estatus legal de los emigrantes y nativos mexico-americanos conocidos como Chicanos y la legislación que se ha impartido a estos últimos desde que su situación política se fundamento en 1848 hasta el presente con el nuevo tratado de libre comercio conocido como TLCN, o sea, Tratado de Libre Comercio de Norte América.

Keller, Gary, D. “A Crossroad Marks the Spot: Miguel Méndez, Master of Place, and The Bilingual Press/Editorial Bilingue.” Bilingual Review, Sep-Dec 1994. Vol. 19 Issue 3. p 1-6.

El artículo en cuestión habla de los espacios literarios que Miguel Méndez utiliza en su novela Peregrinos de Aztlán y otros detalles de su carrera literaria.

Mendívil, Martín Enrique. “Miguel Méndez” Cultura Sonorense – Literatura, 1990. [Internet]. Disponible en: http://www.her.itesm.mx/academia/profesional/humanidades/literatura/mmendez.html [Consultado: 09 Enero 2005].

Paz, Octavio., 1982 (9ª ed.). El Laberinto de la soledad. Fondo de Cultura Económica: México.

Pulido, Alberto, P. “En Peregrinación: Peregrinos de Aztlan as History and Liberation.” Bilingual Review, Sep-Dec 1994. Vol. 19 Issue 3. p78.

El abstracto de este artículo dice “to recognize and celebrate the collective memory and history of these so-called silenced ‘peregrinos’…”. Si bien la palpable negación del peregrino es obvia, la resistencia del escritor es más obvia aún.

Rodriguez del Pino, Salvador. “Peregrinos de Aztlán: Overview” in Reference Guide to American Literature ed Jim Kamp. St James Press. 1994

Rodriguez Del Pino, Salvador. “Novela Chicana Escrita en español: Cinco Autores Comprometidos”. Bilingual Press/Editorial Bilingue, Ypsilanti, MI, 1982

Saldívar, Ramón. “A Dialectic of Difference: Towards a Theory of the Chicano Novel” Melus, Autumn1979. Vol. 6 No. 3. p 74.

Ramón Saldívar responde a un desafío que Joseph Sommers le hizo a todos los eruditos de la literatura pero en especial a los eruditos chicanos e intenta responder a este desafío. Propone la posibilidad de una nueva y revolucionaria crítica de las estructuras narrativas de la novela Chicana.

Tequida, Rosa. “¿Será porque escribe en español…?” La Voz, May 18 2004. [Internet]. Disponible en: http://www.azcentral.com/lavoz/cultura/articles/0519miguel-CR.html
[Consultado: 01 noviembre 2004].

Ubilla-Arenas, Cecilia. “Peregrinos de Aztlán: de la crítica social al sueño humanista.” [Internet]. La Palabra [Publicaciones periódicas]: Revista de Literatura Chicana. Volumen I, Nº 2, Otoño de 1979. Disponible en:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12259197460111511865513/p0000022.htm#I_22_ [Consultado: 01 noviembre 2004].

El presente trabajo discute de manera detallada la obra social dentro de la novela Peregrinos de Aztlán y las posibles connotaciones implícitas y no implícitas en susodicha obra tales como la relación que se da entre instituciones y oprimidos en la novela.

Villanueva, Tino. “Chicanos” (selección) Lecturas 89 Mexicanas Fondo de Cultura Económica. 1985. México.