I love Ricky

Mi familia consistió de mujeres que tuvieron que hacerse cargo de varones, i.e. me and the whole enchilada. Mi abuelita, quien tenía un negocio de artesanías en las cercanías a la calle Segunda en Tijuana, rentó un cuarto por esas vecindades que llamábamos hogar. Era un cuarto cuya cada esquina alternaba en nuestro imaginario la posición de una ala de lo que una casa debería de ser. O sea, la cocina era una esquina, la sala otra, la recamara otra y así. Eramos pobres con un puesto de curiosidades. Pero quizá ni tan pobres. Teníamos familia, familiares, amigos, trabajo y un hogar al cual regresar después de los deberes sociales que una ciudad joven como aquella de los 70’s lo era Tijuana. Y claro, nunca faltaba un aparato de televisión en la casa, de segundita, por lo regular y por regla, una televisión que brindada toda la gama del gris, negro y blanco. Gloria al UHF que siempre daba esperanzas de ver algo nuevo. Recuerdo con mucha emoción de la buena las series de televisión que sin querer queriendo me engringaron de manera minuciosa, y gracias a Dios le doy por ello ya que quedé prácticamente libre de las manipulaciones idiotas de Televisa1. En aquellos años era más común ver televisión gringa que mexicana. Nunca pensé que los tiernos días de mi pre-adolescencia pegados a la televisión, por la calle Segunda y Negrete de Tijuana, en aquellos 70’s del siglo anterior, fueran a significar tanto para mi vida hoy.

Me emocionaba la estructura de las series de aquellos días. No que antes sabía eso, para nada, pero eso era. No me perdía ni un capitulo de That Girl, Leave it to Beaver, Gilligan’s Island, The Odd Couple y ni pensar de dejar de ver un capitulo de I Love Lucy. Ver el canal 6 las tardes aquellas me hicieron un verdadero bed-potato, no teníamos couch, jejeje.Lo curioso es que recuerdo un episodio de I Love Lucy con ensaña peculiar. Es una escena que me ha servido bastante en mi vida, en particular ahora que hago vida en Suecia.

Y es que vivir fuera del lugar de uno es simplemente abrumador, las imposiciones de adaptarse a las costumbres locales son intensas y la presión por integrarse a la sociedad aún más. Yo no soy la excepción a la regla pero sí resisto bastante las fuerzas que bien quisieren verme doblegado a aceptar las costumbres del rancho. Para bien o para mal, no hago el menor esfuerzo por asimilarme a mis entornos, sí, aprendí a hablar sueco y no pudiere practicar mi profesión a no ser de que hablo sueco. Eso es prueba fiel de que de alguna manera estoy asimilado a la región pero no por sus huevos, sino por los míos. Yo quise aprender sueco, yo aprendí a comunicarme con ellos blah, blah, blah. No sé a qué se deba ello pero sospecho arduamente que mi geografía natal tiene mucho que ver con ello, en especial el haber nacido en Tijuana cuyas dinámicas son innumerables para poder abarcarlo todo en estas simples líneas que ahora escribo.

El caso es que se trata de un episodio de I Love Lucy titulado Paris At Last

Lucy ends up in jail because she paid fake money to the waiter at a French restaurant. But she didn’t know it was fake money when she traded money with this one guy she didn’t know. So now she is in the police department and can’t understand anyone because they are all foreigners; although she is the foreigner because she is in France.

Lo que no se puede apreciar en esas líneas es que Lucy niega de manera particular la realidad que está presente delante de ella al entablar una conversación con otro angloparlante y decirles que todos los demás son forasteros. Y eso es lo que hago, yo no soy el extranjero aquí, los extranjeros son ellos.

Esto me ha ayudado mucho durante muchos años, y quizá sea eso lo que me sostiene con vida propia en este país. Creo que es también una sana distancia entre ellos y yo. No los considero como parte de mi entorno particular sino como un objeto más a estudiar afuera de mis entornos. Los suecos son una obsesión para mí, no hablaría de ellos todos los días sino fuere así, lo son, siempre dejan algo en qué pensar, cómo es que son y porqué son como son, es interesante, ¿pero ser sueco? No creo que a pesar de poseer un pasaporte sueco logre comprenderme a mí mismo como un sueco, eso a pesar de que mi alias de internet es Julio Sueco, pero en fin, algo habrá en mi que se me haya pegado de la manera de ser sueco, su mentalidad escandinava. A pesar de todo, tengo a mis hijas quienes son suecas-mexicanas-americanas y a la mujer con la que vivo la quien es sueca y no le cabe el comprender del porqué insisto en hablar inglés a estas alturas de nuestra estancia en su país cuando ella sabe perfectamente que hablo sueco. Ese es otro misterio aparte. Rehuso hablar sueco en casa. Lo que viene a cuestión, ¿miro a los suecos desde la óptica de ellos y nosotros? No me cabe la menor duda de ello, sí, los miro como a ellos. Pero también convivo con ellos. Me interesan, intento comprenderlos, cosa que dista mucho de que ellos hagan lo mismo conmigo.

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1Although San Diego was large enough for a third station, it soon became obvious that the only way to get a third VHF station signed would be to use one of Tijuana’s allocations. The Azcarraga family, owners of Telesistema Mexicano, forerunner of Televisa, quickly snapped up the license for channel 6, and XETV signed on in January 1953 as an independent station. Even though it is licensed to Tijuana and owned by Mexican interests, for all intents and purposes it has been a San Diego station from the beginning, broadcasting entirely in English except for station identification purposes, the compulsory playing of El Himno Nacional Mexicano (the Mexican national anthem) and technical disclaimers. Tijuana did not get its own station until 1960, when the Azcarragas signed on XEWT-TV on channel 12.

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