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La luz de la lámpara recaía sobre el sostén azul/negro y esta se pintaba muy alegre contra los defectos de la pared que yo miraba con sentimientos de culpabilidad. Había que cambiar el tapete de papel. La sombra del sostén de la bolsa lucía bella. Y es que el foco del pasillo tiene la suficiente intesidad como marcar el negro oscuro contra el beige con lujo de detalle. Creo que si 5 décadas tenía marcadas el tapete de papel en su desgaste serían pocas. Amén del gasto económico. Las horas que marcaban la observación eran de esas mal llamadas consuetudinarias. Yo aquí, la sombra allá y los minutos del diario devenir, en marcha como gansos.

Suecia. Mayo. 2016. El paso, hacía un equinoccio que da colores a cuentagotas al fin del día. Ya un azul pastel, ya un rojo sin ganas. En fin. Solo yo y el ruido de los abanicos de la computadora, el silencio abrumador del atardecer y los colores del paso lento del movimiento aequus nocte.

Llevo años aquí y aún no me impongo a ello. Cambios graduales. Así que decidí cambiar de narrativa en el coco. Me puse a pensar. Rayos. No. Eso no acaba bien nunca. Llevo años temiendo mis propios pensamientos. Y es que la culpa la tiene el alcohol. Conjugado con mi agresividad pasiva. A los años veo que eso que los gringos llaman como passive agressive se debe a que nunca aprendí a desembuchar como dirían allá en mi rancho, o sea, dejar que mis reacciones tuvieran un cauce propio, pero en una sociedad como la mexicana que reprime independencia propia a cuesta de la obediencia, pues lo estragos no se hacen esperar.

A cierta edad uno deja de pensar. Es lo más saludable. Uno descubre que los ríos del tiempo sí tienen manera de orientarles. No son esa fuerza tsunami que consume y destroza a sus anchas como el cerebro nos hace creer. Los cauces, los riachuelos, los ríos y aquellos lagos o lagunas mentales acaban amansados por el mar en donde desembocan todos los pensamientos. Así que pensar, descubre uno, es no pensar en el pasado. Por ejemplo. Uno se conserva en el aquí, el hoy, efímero y fugax. Igual, el futuro se torna a pagar las deudas a tiempo. Los planes a largo y corto plazo se esfuman. O más bien se convierten en planes para pagar deudas lo más pronto posible. Así que lo mejor es dejar los vastos horizontes del pensar mecerse con las olas del tiempo en el ancho mar del pacífico ente que alberga la esencia de uno. Las tormentas se enfrentan mejor así no porque sean menos peligrosas sino por la envergadura del mar, es tan ancho y amplio, tan grande que a veces ni se sienten transcurrir. Uno acepta pues, la fluidez como forma de vida y no el estancamiento de un charco cuyo riesgo es apestar, heder y acabar seco sin más rastro que costras de inmundancia.

Uno no creería, pero toda luz se ve afectada por la luz. Así que mientrás escribía esto la sombra del sosten adquiría colores más profundos a la misma vez que la luz del día retrocedía en el pasillo alumbrado por la lámpara que recien había adquirido en IKEA. Le trae a uno recuerdos de Manuel Maple Arce y su Prisma. A estas alturas uno no piensa lo que luz artificial hizo en la mente. Y Blinded by the Lights de The Streets parece ser una cosa de ovnis.

Deje de pensar. Salí. Y te vi.

Independent. Like a taco stand, a green leaf came to my eyesight, between your mouth opening wide and your arm folding to take the taco to your beautiful lips I couldn’t make out if it was a radish leaf or a cilantro one, either way, I knew then we were meant to be where we were.

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