La Colonia Libertad con cerros baldíos de San Ysdro al fondo. 2000

Foto tomada de mi alma mater

De seguro les daba una combinación de miedo y expectativas, como si hubieran entrado a la mismisima Comala Rulfiana, gente moviendose, corriendo, caminando, viendo, puestos de sodas, señoras vendiendo tamales, y niños corriendo entre ellos, como si fuera un pueblo carente de país donde sólo las esperanzas, el miedo, y la fe resguardaban el orden del día. Circa 1983. Sólo tengo dos memorias de ese cerro. Una de ellas es ese lugar y aún para ser nativo de ahí, me causaba miedo ver la pobreza combinada con la desesperación que los sueños por una vida mejor resguardan las atmosferas de esos lugares.

Era común que nos mandaran allí. Todos lo hacíamos, era una buena feria y además pagaba la entrada al Regines, una vieja discoteca por la calle Sexta, en la Revu off course, ya no existe hoy. “llévate esos cuatro” nos decían los polleros, usualmente gente de Sinaloa o de Mazatlán, por las calles donde yo vivia, ellos controlaban el rollo ese, polleros profesionales pero más locos que la chingada y bien buena onda cuando no andaban de broncas entre sí. No eran mafiosones como los de hoy, esta gente jalaba en eso para sus familias y hacer un billete y loquera de paso, gente responsable. Agarrabamos la burra pa’ la Liber como se le conoce entre la gente local, la Colonia Libertad más formal, y atrasito nos seguían los paisas, gente humilde, campesinos, del mero sur, casi ni nos hablaban, nomás miraban y se les sobresalía el miedo por los ojos uno que otro más calmadón, hasta respeto nos daban, escuincles que eramos y nos trataban como gente grande.

Nos bajabamos atrás de las palmas, creo, casi no me acuerdo, pero sólo ver el lugar se me quedo plasmado en la memoria, lo curioso, vendían sodas y la gente se hablaba como si conocieran y llevaran años ahí. Antes no estaba esa barda como se le conoce hoy, Tortilla Curtain. Antes era un pinche alambre de puas agujereado y hasta los migras iban a comprase sus chescos con las ñoras, todos se entendian. Les seguíamos la hora a los migras, y cuando era cambio de guardia, la gente se lanzaba el brinco. Yo me iba al Regines después de dejar mi encargo. 5 dolarotes, hasta pa’ las tortas ahumadas dejaba después del danzón en el Regines si no había bronca con los del Mike’s, una discoteca con la que teníamos bronca.

Mi otra memoria es de cuando era más morrilín, de unos escasos 9 por ahí, quería ver que había detrás del cerro ese de San Ysidro, baldio toda la vida, me fui y empezé a montarlo, hacía un chingo de calor, bolsas de chemo regadas por aquí y allá, era tardecito, y de repente se escucho un ruido, como de cascabel. Me entró el miedo, y le seguía pero entre más me acercaba más se escuchaba el cascabeleo, me retache en friega con el corazón en la boca. Después ya de grande, ya en California, cuando vi la bandera esa de los gringos con una culebra y la leyenda que dice “Don’t tread on me ” me acorde del incidente ese.

Off course, I had to go and tread on it…

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