Bidrag

El primer día que lo recibimos era la primera en qué íbamos de compras en Suecia, teníamos varios días que la alacena yacía más vacía que el espacio y las cosas que le metíamos terminaban en el agujero negro y la sorpresa de ver que todo termina algún día, simplemente la comida no nos abastaba. Åsa estaba embarazada, mi hija mayor de entonces tres años aún requería de cosas de niños: vitaminas, leche, etc etc y yo apenas dándome cuenta que cruel pueden ser los estragos que la realidad produce cuando los sueños se materializan. So nos cayo del cielo el subsidio que los suecos brindan a los niños aquí en Suecia. Fuimos de compras y yo aún acostumbrado a la costumbre esa gabacha de sentir vergüenza por recibir ayuda del gobierno, quería ir a la tienda casi a escondidas.

La neta me sorprendió ver tanta gente en la tienda, nunca antes la había visto así, llena de vida, alegre, con un brío que no había visto hasta fecha en los suecos, yo creía que éramos los únicos así, pero no, todos estábamos en el mismo pantano económico.

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