el castellano en llamas

Todo mi respeto al castellano. O como se llama hoy en día, el español. Mas no entiendo cómo es que algunos insisten en producir cierta romantización del idioma. Hablando lingüísticamente el castellano es uno de los idiomas, entre los europeos, que menos hace por su gente que lo habla, y no se hable de latinoamérica. Por eso sacudo la cabeza en signo de incredulidad al ver noticias como esta: Don Quijote y Sancho Panza recorren lugares públicos de Neza.

¿Qué hace eso aparte de subir a un pedestal al Manco de Lepanto? Traidores. A ver, ¿por qué mejor no caminan vestidos de Juan Preciado, de Juan Páramo? El castellano es una lengua destinada a los pobres, la verdad, a mequetrefes de media clase que lo único que más pueden hacer con el lenguaje es burlarse de los demás, son expertos en ridiculizarse a sí mismos y en su propia idioma.

El inglés, el Alemán, el Holandés, el Suizo, idiomas germánicos contienen una dimensión dentro de su cosmovisión que procura por el bienestar de su población. ¿pero el castellano? De hecho la única lengua dentro de la familia latina que merece el respeto de todas las demás lenguas germánicas es el francés. Su lengua como su sociedad habla eternidades de ellos mismos. El castellano, todo es un triste lamentar y no importa que bonito salgan las páginas de El País Semanal, no convence la ilusión de que el español es algo de lo cual estar orgulloso. Ahora comprendo al pocho tanto estadounidense como fronterizo, ¿quién fregados se quiere asociar con tal nimiedad de código lingüístico?

De hecho sostengo la teoría de que es el castellano, por si no fuera más obvio ya, de que es ese idioma el que más nos tiene oprimido amén del retraso tanto personal como material y no la bota del gringo o el pasado como otros nos harían creer con su verboida castillense. Es todo ese bagaje que el español, en especial el español mexicano, carga como mula a cuestas y lleva empinado al cerro cual Sísifo empedernecido y sin éxito que nos tiene en el hoyo en que nos tiene.

La neta es causa de pena ajena este pinche código lingüístico.

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