de memorias tragafuegos

Dos cosas que no he visto a mis conciudadanos escribir:

1.- ¿Por qué no hay mención de los tragafuegos que se ven por las calles? Ese acto público antes lo veíamos por la tele con asombro y disgusto y las críticas al DF no se hacían esperar, ahora se encuentran en los cruceros de nuestras calles y ¿a nadie le causa asombro eso ya?

2.- ¿Por qué no se ve el mismo tipo de lamentación de perdidas de tradiciones mexicanas en Tijuana, como aquellas que se dan durante el Día de los Muertos, durante Semana Santa? Recuerdos de mi infancia incluyen cómo mis mañas cleptomanas se hacían de muchos dulces gabachos durante esa temporada. En especial siempre he tenido un gusto especial por esos dulces cuya figura es un pollito amarillo y claro, huevos de chocolate que adornaban la sección de dulces que la Woolworth tenía en sus estantes. Por igual en mis memorias figuran muchos aventuras en busqueda de huevos coloreados en casas tijuanenses, pero hablando de la Woolworth otra vez. Sólo una vez me tronaron ahí pero como era un escuincle sólo me hicieron regresar lo que me vieron jambar, después del susto y la libertad me di cuenta que no se percataron de un juguetito que me puse en los tanates. Cómo me hubiere hustado que la Woolworths se haya quedado ahí, en fin.

* Y hablando de memorias, Fausto Ovalle ha puesto un post que habla sobre mi terre. En lo particular nunca entré a esa biblioteca pero tengo recuerdos de haberla visto, lo que sí recuerdo bastante bien es el salon de los Mutualistas, ahí me colaba tiro por viaje y memorias de broncas a morir ahí me sobran. So les recomiendo que vayan y lean el post del Fausto Now! 1

lunes, marzo 28, 2005
la macabra desaparición de la biblioteca mutualista

los libros, se ha dicho, contribuyeron a disminuir la tradición oral, además que debilitaron la memoria de las personas, porque la gente ya no se interesó por memorizar historia, pensamientos, tratados. hablar de los que nunca escribieron un libro sería caer en una tautología, pero me gusta citar a borges cuando recuerda que jesús únicamente una vez escribió en su vida, en la arena, palabras que el tiempo y temporal borraron fácilmente.
por otro parte, los libros también son considerados los sitios que guardan la memoria de la humanidad. si un libro se merece casi ser santificado, cuanto más una biblioteca. pongamos la más vieja biblioteca de la ciudad, o la casi más vieja -no tengo asegurado ese dato-. una biblioteca fundada en los años 50 no debería pasar desapercibida. su antigüedad nos augura tomos que no estarán en bibliotecas públicas modernas.
sin embargo, en la desmemoriada tijuana sí hay lugar para el olvido, para la indeferencia, para la ignorancia, para la desaparición de cientos de títulos clásicos. caminando por la calle cuarta, me di cuenta que la biblioteca de los mutualistas ha sido cerrada. esa biblioteca guarda buenos recuerdos. siempre sola, llena de polvo, con unas ventanas luminosas y tomos de antaño. no sé si el viejito que la cuidaba haya muerto. lo que sí sé es que desde hacía años la mayoría del tiempo estaba sola y ya anunciaba su cierre inminente. quiero imaginar que cerró cuando murió la persona que la cuidaba, que los tomos no siguieron desapareciendo, como lo hacía notar la visita de raterillos de libros, y que los libros fueron donados a alguna persona que los sabrá aprovechar. ojalá que hoy estuviera cerrada de manera temporal, pero un vistazo a su interior me mostró las escaleras de madera chirriantes sucias, con bastante basura en la entrada y algunos estantes completamente vacíos.

posted by fausto ovalle @ 1:05 PM

This entry was posted in Libros, Tijuana. Bookmark the permalink.