Hacerse el sueco en la víspera de San juan

En nuestra lengua hay un dicho muy acertado para lo que voy a recontar esta vez. Hacerse el sueco, es un dicho de origen latino:

El origen del dicho “hacerse el sueco”, que se aplica a quien se hace el distraído para no darse por entendido o aludido, está en la palabra latina soccus, que designaba una especie de pantufla que calzaban los cómicos en el antiguo teatro romano. De soccus provienen los vocablos zueco (un calzado de madera), zocato (zurdo) y zoquete (tarugo de madera corto y grueso).

Para algunos lingüistas, sin embargo, la expresión procede de los marineros suecos que atracaban en los puertos españoles y aprovechaban su desconocimiento del idioma para entender solamente lo que les interesaba.

Así pues, los suecos que están a punto de celebrar una de esas tradiciones suecas del que todo mundo aparenta entusiasmo, el tan mentado midsommarafton o víspera de San Juan. Y hasta brindan esperanzas de poder ligar, hoy, la idea es, como Sheldon suele decir en The Big Bang Theory, poder hacer coitus. Es un día de asueto y todo lo que conlleva a ello suele verse por la televisión. Harta fila para irse de minivacaciones a quién sabe dónde, comerciales de comida tradicional para estos lares y memorias infinitas de la costumbre tanto buenas como malas y el comienzo del verano se celebra a lo grande, y aquí eso significa ponerse hasta las cachas de briagos. Es uno de los días festivos más importantes en Suecia. Es un día lleno de alegría que suele compartirse con la familia y las amistades.

Antes me entusiasmaba este día, lo quería documentar y lo hice con ese romanticismo de un immigrante recien llegado, sin previa experiencia de ello, lo estudié y lo celebré algunas veces y al paso de los años y la vida, mi perspectiva ha variado. Ahora me toca verlo de desde esa realidad alterna ajena al entusiasmo, el lado oculto de midsommarafton o midsommar.

Mañana sacaré mi banderita y la pondré en el balcón porque el calendario dice que habrá que ondear la cruz nórdica sueca por eso de la celebración. No haré más. Mi familia no celebra eso, o por lo menos no lo hace conmigo y no tengo amistades con quien celebrarlo tampoco. No es queja, es una realidad que vivo desde la soledad de mi habitación. No me molesta porque sé de antemano que no soy el único en mi situación, están los inmigrantes, los viejitos y jóvenes que les ha tocado la soledad a una edad muy joven para ellos y demás secuaces como indigentes destituidos o inmigrantes ilegales en en el país. Los medios informativos no deparan en ello, ni las autoridades ni las instituciones gubernamentales, para esos pilares de la democracia, la tradición sigue en marcha y es mejor hacerse el sueco con aquellos que no tienen con quién celebrar este día lleno de entusiasmo.

Lo que me causa un poco de curiosidad es cómo pocos o poquitos de los xenófobos que existen en Suecia y alegan que los inmigrantes no se adaptan a las tradiciones suecas no invitan a celebrar este día con ellos. De hecho, el sueco no tiene por costumbre andar invitando a gente que conoce muy poco así sea que sean compañeros de trabajo de muchos años, para nada, la labor es la labor y la vida privada es la vida privada. Integrarse a Suecia es una ardua labor y sé de antemano que podría llevar décadas o por lo menos una generación antes de asimilarse completamente a ella.

Está lloviendo, como suele hacerlo durante midsommar. De hecho hace un poco de frío. Al fondo se escuchan las gaviotas que suelen venir a pasar el verano por estos lares, con sus clásicos chillidos. Durante una vuelta a la tienda me percaté de los niños inmigrantes que jugaban pelota en mi vecindad, ningún suequito que les hiciese compañía. Ni llevaban coronas de flores en la cabeza tampoco, ni andaban buscando flores silvestres para los arreglos festivos, no, jugaban pelota, quizá matando el tiempo para aguantar Ramadán.

 

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