La sintáctica de mi Tj

es curioso cómo te conozco por los verbos del pasado que la gente de mi pueblo usa al hablar de ti. aquí estaba, o aquí hubo, con esa deíctica mágica que hace aparecer construcciones de la nada y que me llenaron la imaginación con un millón de lugares inexistentes y que sólo existen en la mente de los míos. la ciudad respira voces de su gente un aire de nostalgia, más bien una nostalgia por una arquitectura fantasma: con un trozo de una pared, con una esquina rara se levantan inmensos edificios con personajes legendarios. la dialéctica del aquí estuvo es tuya, es tu terreno más común. la gente insiste en este lazo por el pasado, por el aquí hubo, aquí estaba.

y es curioso cómo es que uno admira a esa gente que vivió en esas fachadas de su ciudad y escuchar con suma atención las historias de los que te han vivido y que sólo tarjetas postales quedan como testimonio de lo que fue. la ciudad, cómo ha cambiado de look, como calzón de puta, y vaya la expresión para una ciudad como tú. A mí sólo me tocó verte por las voces de mi gente y por los esfuerzos eternos de mejorar, por siempre querer hacerte ver mejor; como si ya no lo fueras. como si tu labor es de preocuparte en perpetua perennidad cómo verte mejor arreglada para retener el paso de los que van y vienen. te conocí por las leyendas de esos inmuebles viejos donde un cachote de mi guardas en ti, leyendas como la de los niños que gritan por el pasaje del Maya 13 a medianoche y cómo es que me dijiste que eran pequeños que perecieron cuando el cine Maya se quemó una navidad no hace mucho para mí. Tu pasado, o más bien mi interés por tu pasado visual, arquitectónico me llegó por que unos insensatos, de esos que siempre, ajenos a ti, te cambian a sus anchas y querían quitarte el anuncio ese del 7-Up subiendo por la colonia Morelos, ¿te acuerdas? fue entonces cuando despertó en mi una pasión por ti, quería conocerte íntimamente, por eso los vestigios de la Lázaro Cárdenas, como para muchos otros, nos enorgullecen, una minereta que no lo es, que simboliza lo más obvio de ti: una aparencia de algo que no eres en constant flux.

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