Curiosidades de un tijuanense en Suecia

Curiosamente, acá en Suecia me ha tocado entrar a muy pocas casas suecas y cuando lo he hecho es porque son parientes de mi jaina. Suelen ser casas que dan un dejo de los años 50’s, y los muebles y las televisiones así lo indican, aparatos que tiene el perrito cerca del gramafón en esos viejos tocadiscos que para mi son más viejos que los viniles que los modernos DJ’s prefieren para sus tocadas. Estos suelen ser de sinfonías de Bach, Beethoven, o Wagner en unos discos duros y gruesos que requieren no una aguja sino un pinche clavo para tocarlos. Han sido tres las casas que me ha tocado ver su interior a mis anchas mas dos han sido en verdad donde mis manos han pasado las paredes y los estantes de las bibliotecas para sentir un poco de ese pasado que ha quedado impregnado en los inmuebles. Una de las más grandes curiosidades que me ha causado ver en estas casas son libros de autores que han ganado el Premio Nobel.

Y es que cada que anuncian un nuevo Premio Nobel los suecos salen en friega a las calles a comprar los libros del escritor premiado o pedirlos prestados en las bibliotecas locales de sus localidades. Se agotan luego luego, de hecho, de la noche a la mañana los bibliotecarios se preparan para responder a la repentina y creciente (efímera) demanda del susodicho autor cuya popularidad dura hasta el día de la entrega del homenaje; se vuelve una competencia por ser el primer usuario de la biblioteca en pedir prestado los tomos en cuestión o ser visto en las librerías comprando tales obras cosa que en otras partes del mundo pasaría como un acto snob pero que no, aquí es como lo más normal hacer eso. He observado este fenómeno por más de 7 años y cada vez el comportamiento de los suecos se torna más revelador, y hallar los libros de autores premiados entre las filas de libros en los estantes de las casas de los familiares fallecidos de mi jaina me confirma que es una costumbre ya en el psiche sueco el interés espontaneo que surge cada año por estos autores galardonados.

Fue en una visita a la casa de los abuelos paternos de mi morra que di con Michail Aleksandrovich Sholokhov (1905 † 1984) cuya epígrafe y razón del premio que el comité dio para otorgarle el codiciado laurel es el siguiente: “Por el vigor artístico y la integridad con que, en su narrativa ambientada en las riberas del Don, ha reflejado una fase histórica del pueblo ruso”

Lo agarre porque era delgadito, lo que pasa es que por estos días la literatura escolar me tiene completamente absorbido en otros menesteres menos deleitosos (gramática, fonética, lingüística et al) y lejos estoy de saborear un buen libro de literatura. El que escogí tiene menos de 135 páginas y apto para mi presente situación. En inglés se titula The Fate of Man (en ruso: Sudba cheloveka) y en español seriase, me imagino, El Destino del Hombre, mejores escritores que este simple y burdo wannabe han dicho que se trata de sobrevivencia y resistencia en tiempos arduos amén del poder del amor bajo serias adversidades.

La verdad es que me ha deleitado leer esta versión sueca del libro porque me ha hecho ver una parte de la II guerra mundial de la cual en realidad no sé mucho, o sea, los traumas y los males que los rusos sufrieron como seres humanos durante ese período; así que la novela relata como un ruso es tomado prisionero por los alemanes, como pierde a su familia cuando los nazis bombardearon su pueblo ruso tras haber pasado una serie de malas rachas y que el destino siempre logra mantenerlo con vida a pesar de todos los infortunios que sufre y apunto de patatear la cubeta. Mas se da un dejo de machismo que mis ojos siglo XXI no aprecian del todo pero la técnica de este autor ruso cuya carrera literaria empezó a la precoz edad de los 18 años es más sofisticada que mis observaciones profemenistas, ya que dentro del contexto emocional en que se encuentra Andrej Sokolov, el principal personaje del librito en cuestión, tales expresiones tienen su razón. Por ahí leí que hasta una movie hay hecha de este librito [The Fate of Man (Sud’ba cheloveka, 1959) by Sergei Bondarchuk, based on a story by Mikhail Sholokhov.]

*A diferencia de el premio nobel otorgado a Boris Pasternak (El autor del doctor zhivago) el premio a Solzhenitsyn (la otra grafía) fue considerado por Moscú como una “provocación capitalista”, “instrumento del imperialismo”. En cambio, el otorgado en 1965 a Mijail Sholokhov fue celebrado con júbilo en la URSS, porque éste era considerado como el más oficial de los escritores oficiales y consentido del sistema.

Libro en cuestión: Michail Sjolochov, Ett människoöde, traductor: Sören Rydström (1965)

Mikhail Sholokhov – Biography

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