En Tijuana, una de las muchas desagradables memorias que tengo sobre mi ciudad es que nunca hay paro en el ramo de los parties. Tijuana es conocida por todo pero menos por saber ser moderada, casi todo se da con exageración en mi ciudad. Por eso somos expertos en el kitsch. El kitsh es una expressión de lo exagerado, un barroquismo moderno sin precedentes, lo hacemos todo sin medida.

De hecho hacer carrera alcohólica en Tijuana es profesión honrada. La cantidad de bares por la ciudad y su cuadro antigüo atestan a esta honorable actitud de mezclar el alcohol con lo cotidiano. Es más no hay nada más respetable que un ruquito alcohólico que se las ha sabido rifar de todas a todas y aún así mantener una pose de respectabilidad. EnTijuana, demasiado se trata de aparencias. Todo es aparencia en Tijuana, saberla disimular, saberla jugar, saberla maliciar.

Yo empecé mi carrera de intoxicación a temprana edad. A los 15 años para ser exactos si es que no se cuenta los cigarrillos que le jambamos a mi jefa para fumarnolos con juguetitos que sacabamos de las máquinas de chicles. Tardarían más de 13 años antes de que le hicieré stop a todo el jale. Y eso porque mi little baby nació, 1993. Me mantuve sobrio por eso y porque cursé en San Diego City College un programa de Counseling. Hice la carrera de Behavioral Sciences in Chemical Dependency y terminé con el titulo de Counselor for Alcohol and Drug Addicts en 1995. Duré sobrio más de cinco años. Mas dos veces me ganó la tentación, durante esos años me chingue dos copas de tequila. La ética pues, me ataba, no podía dar consejos a alcohólicos si no podía yo abstenerme del todo.

Fueron cinco años sin exceso más allá que el día me brindase y el único vicio permitido dentro de AA y NA: el café. Recuperé muchos intereses por no decir lo más importante: saberme divertir sin estar bajo la influencia de algún medio alterante a mí consciencia. Me sirvieron porque agudizaron mucho mis facultades mentales de una manera que quizá no se hubieren podido agudizar bajo las influencias del alcohol o las drogras que usaba.

Por eso Tijuana cansa a veces, too much party. Y no todos saben ni pueden decir no al party. Sería como salirse del circulo de la sociedad a la que uno pertenece. Empieza la carrilla y la carrilla da rienda suelta al exceso, a la demasía, hasta que el cuerpo aguante como dice Lorenzo de Monteclaro o Los Razos de Sacramento.

Llegando a Suecia empecé a tomar de nuevo pero ahora con moderación, sin exageración. Pocas veces dejo que me de resaca, se decirme no y se cuándo/cuánto es mi límite. Odio amanecer malo y mucho más perder todo un puto día por culpa de mis idioteces.

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