Por estos días

Aquí en Suecia si apenas está uno descongelándose. O por lo menos un servidor. Allá por la semana 20 de lo que va del año me sentí totalmente traicionado por las falsas promesas del equinox vernal. En la bella tierra de los gautas pasa toda una primavera sin que pueda calentar un solo poro en mi piel y Junio esta a vuelta de esquina sin que uno pueda quejarse de la calor como dios debería de mandar, aún hace frío y mi cuerpo está cansado de sentir el frío. Entre mis pensamientos y la clásica platica de paso que uno acostumbra por estos lares Beowulfianos refunfuñaba a todo lo que daba porque hacía frío y decía que era un crimen, que deberían de legislar por prohibir heladas en mayo.

La naturaleza, sin embargo, no tiene cuerpo ni boca como yo para desahogarse del paso lento que las estaciones del año arrastran con sí en ese proceder milenario de rutina anual cuyo único cambio ocurre hasta que no ocurra una inclinación polar de envergadura. Qué le importa un organismo más cuando hay que procurar que todo lleve su tiempo adecuado. Quizá debería de aprender a usar un suéter en casa. Así que todo está luciendo la capa nueva de la primavera. El césped ya está por podarse y los arboles frondosos presumen nuevas hojas que anuncian renovación. El esplendor lo noto al paso que tomo rumbo al trabajo y pesar de la chamarra que llevo, siento frío.

Las flores brotan y cuando no está nublado las ondas cálidas hacen sentir el poder de unos cuantos grados al alza. La gente empieza también a cambiar. Lejos quedan las caras largas que semanas tras semana de tiempos grises marcan en el humor su oscuro temperamento. Uno que otro sonrié y se hace sentir una amabilidad ajena y hasta sospechosa. Y es que si aquí existe algo que despierte sospechas eso es una sonrisa sin motivo. La gente por lo general deja de sentir brios por la vida tan pronto el verano da paso al otoño y solo dejan brotar alguna mueca de felicidad hasta el mero fin del equinoccio vernal.

Me agrada ver a los suecos alegres, sería fácil caer presa de sentimientos agrios y juzgarlos como hipócritas pero dejarse entumir por los días grisáceos no es una mala estrategia y más de las veces los suecos no tienen porqué demostrar alegría simplemente por capricho, esas batallas internas gastan energías de más. El día nórdico no está hecho para la calor. Así que la primavera y el verano cambian no solo la naturaleza sino el humor escandinavo también.

Los turistas hacen que los suecos cambien de proceder. Los veo en los periódicos y noto esas muestras faciales que nunca dejan ver en el diario devenir durante las otras temporadas en que solo deambulan los que aquí viven todo el año. En una foto que le tomaron a un grupo de delegados del África por visita acá en este pueblo humilde se le ve a los suecos sonrientes de más, uno pensaría que así son todo el tiempo. AL ver la foto con los cuerpos africanos y los suecos güeros alegres me pasa por la cabeza los criticismos que le tienen a los gabachos. Los suecos piensan de los norteamericanos como superficiales, que no son sinceros. Y así, la rivalidad entre otras gentes se manifiesta en pocas palabras, no hace falta más, es nada más de decir una verdad falsa que todos acepten sin respingar. La de los suecos es considerar a los gringos como superficiales. Y eso me pasa por la cabeza al ver a los suecos sonreír, posando para una foto que salió en el periódico antier.

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