adoptación

Tienen callo. A los suecos no les falta experiencia para buscar familias. No sé de dónde proviene esa necesidad de dar con los antepasados, pero tengan que los hispanos perdimos esa costumbre justo al tiempo que las colonias iniciaron sus vidas y un continente entero alejó de la imaginación castellana la necesidad de saber el pasado de uno. Para los no hispanofilos sepan ustedes que la tradición de la filogenia proviene justo cuando los españoles logran echar de Iberia a los árabes y en su ambición de limpiar la raza y religión se empieza a cuestionar la ascendencia de uno. Para dar con verdaderos españoles no hay como Don Quijote. Y el continente Americano ofrecía muchas posibilidades de empezar de nuevo para muchas personas que no rellenaban ese requisito étnico.

Los suecos y los amantes de Lutero les encanta dar con antepasados, hasta los que no son suyos. Resulta que acá existe uno de esos programas de televisión que de vez en cuando logran hacer de mi constitución emocional un río de lágrimas. Bueno, dos lágrimas que parecen un mar para mí que no sé cómo llorar pues. Como ser humano que la adopción es más un hilo lleno de  pedazos a juntar la posibilidad de dar con esos seres que llevan la misma sangre que yo juega con el deseo reprimido de todo huérfano. Y son buenos para dar con otros.

Los suecos no tienen remordimiento de adoptar y después decirles a los hijos adoptivos que no son hijos biológicos. Son responsables y guardan la información de dónde vienen los hijos u hijas. Así que de vez en cuando salen hijos adoptivos provenientes de América Latina y es allí donde más me parte el corazón el show.


This entry was posted in Suecia. Bookmark the permalink.