No recuerdo que haya sido algo sensacional más allá de por fin poder ver el cuerpo desnudo de una mujer y por fin! En mis manos, a mi placer. Desde esta edad sólo atino a romantizar el evento, pero la verdad, en aquellos tiempos el nerviosismo y el placer con que ahora veo el evento de seguro no estaban al grado en que lo veo desde la comodidad de mi edad en estos días.

No recuerdo su nombre, ni edad. Era de tez blanca, de pelo medio rizado, negro, corto y venía del sur, de seguro de Sinaloa, Culiacán o alguno de esos lares broncos. A mi barrio siempre le han llegado raza de esos lados, no sé por qué pero solía suceder que también llegaban morritas, se alojaban en el hotel Coliseo, todavía esta ahí ese hotel, uno las clachaba luego luego, bueno, yo nunca las claché pero se sabía quién las estaba rolando pero si rápido, es una de esas cuestiones masculinas querer chingarse cuanta vieja sea posible y la presión de la manada primitiva que conduce al hombre a sus profundidades más primitivas a mí también me afectan, libre de esas tendencias no lo estoy.

Primero anduvo de pistera y se sabía que andaba con el Vaselinas, era ruca de ese vato, y luego se metió con los mariguanos y los polleros, al último sin querer queriendo anduvimos cagando el palo en el centro, nos metimos a una panadería a jambarnos unos birotes, yo recuerdo el orgullo de poder enseñarle como corría el agua, o sea sobrevivir en Tijuana, en el centro, nos gustamos, sentía cómo sabía que ella con sus ojos se me entregaba, nunca había sentido una conexión con una mujer así como con ella, a esa edad, sí apenas tenía los 15, a esa edad nunca había hecho el amor, lo sé, es tarde de edad para eso en una ciudad como Tijuana, pero así de lelito era yo, quizá lo siga siendo aún.

Al paso de los días la invité al canton de unos de mis compas que conocí en la Indepe, el DTS, Dog Town Skates, nadie patinaba pero conociamos las marcas de patinetas y pues ahí se quedo el nombre del varrio de puro alcohólico. Estabamos todos juntos y ella era la única morra entre nosotros, los corrí del cuarto a todos con la pura mirada, lo más seguro es que ya les había dicho a todos mis intenciones. Ese día nos besamos. De seguro ella se dio cuenta luego luego que nunca había estado con una mujer, sus senos eran hermosos, la constitución de una mujer era unmisterio para mi, sólo hacía lo que sabía y el propósito de tener a una mujer desnuda, dejartela cae.

Le baje los pantalones blancos, ella tendida en la cama, me acuerdo, al bajarle los calzones se dejo ver la negrura de sus vellos genitales en medio de sus piernas las cuales ofrecían una beldad triangular, ese mundo lleno de tabús al cual los ojos humanos se les ha enseñando a no ver con tanto amor y esmero, sino como un mundo a rechazar, justo de donde la misma vida da, el mundo que la desprecia con ahínco, es prohibido, lo vi, con mis ojos temeroso de su poder. En mis entornos era eso uno de los fines más comentados, yo sólo hacía lo que se oía, quería mamársela, chupársela, quería saber a que sabía eso, una prueba de hombría, realmente nunca supe a lo que sabía ella, nunca le puse mis labios en su clítoris, ni en sus paredes vaginales, sólo le rocé mis labios en esos vellos genitales que formaban su esencia femenina, y el olor de seguro causó extrañas sensaciones contradictorias en mi.

No recuerdo con exactitud si tuve un orgasmo o no, lo más seguro es que sí, pero lo importante no es si lo haya tenido o no, si no que ella fue la primera mujer en mi vida, una mujer que supo moverme por dentro, por el alma, como dos aves en esta vida volando hacía el infinito mundo de la libertad, libres de todo, morros que eramos.

A los meses me la encontré después, hicimos planes de juntarnos, de vernos y hacernos el amor de nuevo, nunca más la vi después de esa tarde, en esa esquina de la calle tercera, donde las promesas y las mentiras, con el gusto de vernos se juntaron como Monarcas en vuelo, yo ya no era virgen y ella tan sólo alcanzó a darme una mirada llena de ternura, como sabiendo el cambio que produjo en mi, yo vi que ella cambió también, ya no eramos morros anymore.

This entry was posted in Minifix, Tijuana. Bookmark the permalink.