Por la mente de Javier

Javier Rodríguez Menendez entró al negocio de Cámaras y Fotos para comprarse una cámara. Era un acto más de desesperación por poseer un poco más de vida. Quería guardar sus memorias con el click de una cámara, conservarlas en un objeto tangible, se la hacía una invención tan magnífica. Pero detrás de la intención se encontraba la sospecha de que al otro lado de la vida no le iban a creer lo que él vio en ésta y quería llevarse unos buenos momentos como evidencia y fidedigna prueba de su palabra.

Tomaba fotos de todo.

El viento, las nubes, los días, las noches y de vez en cuando, en su afán de atrapar el tiempo, le sacaba fotos a los relojes de la torres de las iglesias. Unas a las 12 otras a las 6 y en un experimento fallido le intento sacar la foto a los exportadores de susodichos inventos cronológicos, pero ni Greenwhich ni Suiza le dieron permiso de sacar fotos. Dizque que por cuestiones de seguridad nacional además la alta demanda del tiempo por estos días en las ciudades industriales no permitían que ni un segundo de su importación fuese visto por ningún lente ocular por miedo al espionaje industrial. Lo redirigieron a un país tercermundista pero el tiempo era tan lento ahí que al sacarle foto la duda se le metió de que a lo mejor le hacían burla en el más allá al mostrar lo que chronos era.

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