Crime and Punishment PRI and PAN

La semi y la Ocho, Tijuana

Recuerdo que la primera vez que escuché la palabra chiquitiar fue en los patios de la semi allá por los early 1980’s. Fue un sayo de playas quien en un momento de apantallarnos se jactó de haber chiquitiado a su morra, así de paso, como si nada. Fue ahí mismo que también descubrí que si uno le saca las tiras de fibra a las cascaras de los plátanos y las pone uno a secar, puede uno obtener una droga cuyo éxtasis se obtiene mediante su inhalación, o sea, fumandole, pero, según las voces aquellas, el viaje traía un dolor de cabeza insoportable amén de ser cachado secando las tiras de la fibra, llamados científicamente como floemas. Fue en la semi, también, que me encontré a merced de los cabezas rapadas, mi miedo más grande a mis escasos 14, los morros a rapa, se clachaban más felones, habrá que comprender pues que en aquellas decadas ser pelón era lo peorcito. La semi, aquella vieja institución para menores de edad de Tijuana era si tan sólo la primera escala en mi carrera de incarceraciones, mi billete al mundo del presidio mexicano de Tj. Recuerdo la primera rascazón que me dió por las chinches machines de la Ocho, esos bichos de los cuales la vida gozaba de alimentar a creces para el martirio de los que pernoctabamos ahí por eso de la vagancia. Ahí perdí un buen par de tenis Pony por dormir a pierna suelta y sentí, por primera vez, cómo unas barras hacen de la libertad un deseo enorme. Sí, la librería esa, enfrente de esas rejas, esos ruidos, esas sirenas, hacían del resta chino una ansiedad insoportable. Mas a la vez descubrí el poder del dinero, si había algo que ver, aprender, era ver como el dinero lo compraba todo. Esos eran los tiempos del PRI, el crimen gozaba de su poder mediante la feria, y todo mundo feliz. Las celdas eran unos departamentos para criminales cuyo poder era poder meter lo que les metía en gana a los susodichos presos.

Ahora con el PAN, ni quiera Dios pise una celda de las suyas, me cae si no. La placa de los panistas son culeras. Como diría mi buen amigo José, los del PRI roban y dejan robar. Los del PAN roban pero para ellos nada mas. He ahí la diferencia. No sé cómo mis amigos intelectuales se dejan llevar por la ola moral del PAN, en su retórica alegan que no está bien el crimen, concuerdo. Pero lo que ellos no cuentan o no quieren saber es que el crimen que hoy sufren se debe mucho a que el PAN, en Baja California, hace del crimen una lana para sí y sólo para sí. El crimen era controlable bajo el PRI. No que eso fuere bueno ni nada.

No que uno quiera el viejo PRI en el poder otra vez, sino solo para marcar las diferencias. El PAN es facista, utiliza el crimen para sostenerse en el poder mientras que el PRI utilizó la ilusión de la democracia para sostenerse en el poder. El PAN utiliza la democracia para dar la ilusión de que ellos pueden contra el crimen siendo que ellos son los que se benefician más del status quo que cunde por la Baja. El PAN a la vez utilizó la democracia para darnos gato por liebre y ahora ni cómo deshacernos de la lacra que representa la sociedad de razón que representa el mugroso PAN. Ojala y todos sus miembros se pudran en el infierno, por engañarnos y creerse más que los demás.

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