Ngũgĩ wa Thiong’o’s Devil on the Cross

Devil on the Cross by Ngugi Wa Thiongo
Heinemann, London African Writers Series
Translated from the Gukuya African language by the author ISBN: 0-435-90200-8
ISBN: 0-435-90651-8

El África.

Recuerdo con singular gusto cómo Tarzán figuró entre mis primeros héroes cuyas hazañas me impresionaban. Había que emularlo y en la selva de mis recuerdos infantiles de Tijuana existen varias memorias de cómo me colgaba de un lazo que colgaba de un árbol por la calle tercera solo para soltar el clásico grito que hacía llamar a todos los animales de la jungla. Había que imitarlo. Al por igual, las clásicas caricaturas del Bugs Bunny siempre incluían por ahí una idea fantástica del África, como aquella de los caníbales. No se hablé de King Kong. El imaginario del mexicano fronterizo está corrupto por el imaginario que el gabacho tiene del África. Y ni modo que me digan que no. Nada más que en México el vudú domina quizá aún mucho más mayor que otra cosa; la superstición, de eso no tenemos abasto. No hay cabida para el África en nuestro imaginario colectivo. No le percibimos como Edward Said diría, el Otro.

Me viene esto a mente porque acabo de leer El Diablo Crucificado escrito por Ngũgĩ wa Thiong’o. Habrá que puntualizar que no creo que el libro este traducido al español aún. En inglés lleva el título de Devil on the Cross y en unas búsquedas infructuosas no dí con el libro al castellano y en esta edad del internet eso es decir mucho.

Este libro en inglés es un libro canonizado por la mayoría de las universidades que instruyen inglés. Es un libro que al igual que Heart of Darkness de Joseph Conrad es utilizado para puntualizar las ópticas en que uno mira al África desde la perspectiva Occidental, en este caso, cómo es que el hombre de Occidente, léase entre paréntesis, el hombre blanquito, detenta al africano. Es literatura para hacer ver a los habitantes del primer mundo lo culero que la cultura Europea ha sido con el África y así pues, darse golpes de pecho para por lo menos apuntar con el dedo y con buena conciencia que sí, sí es cierto, como ha sido de culera la sociedad europea con África, explotación ad infinitum.

Lo digo así porque realmente no creo que muchos comprendan lo que la colonización lingüística anglosajona signifique en un mundo cuyo idioma primordial de comunicación sea el idioma antes mencionado y que esta siendo juzgado bajo teorías cuyas matrices tan complejas que de llevar al cabo el ejercicio a su verdadero extremo significaría en realidad rechazar el idioma en su totalidad. Algunos se conforman con ponerse en el lugar de otros.

Existen bastantes ópticas bajo las cuales uno puede analizar la situación que sacude los cincos sentidos en la novela. Y es que Ngũgĩ a eso va, a presentar, lo que él considera como un shock cultural debido a ó a causa de la colonización del imperio inglés en Kenya. Mas uno haría bien en preguntarse si en realidad eso es lo que sucede, y dentro de la novela no queda otra respuesta que sí, la gente está estufecta no ya por la colonización sino por los estragos que la colonización de la corona inglesa y su empresa de ‘civilizar’ al África ha dejado tras de sí.

En México nunca hemos tenido un dialogo así, el español logró lo que el inglés sólo desea y quizá en menor escala. Como hispanoparlante, mexicano, el español para mí nunca fue un acto de contención que causará estragos profundos en mi profundidad, el español por muchos años fue un aspecto que no tomé en cuenta hasta que me encontré fuera de mi país. A los de mi generación se nos inculcó un odio hacía España, por lo ojetes que son los gachupines. Hoy, creo que no hay que decirlo mucho, detesto mucho el castellano y aquí, en este blog, hay bastantes entradas como para atestar lo anterior, yo no me ando entre las ramas, odio el castellano por directivo sanguino. Por mi sangre corre el clamor de escupirle en su cara al puto español y decirle a la corona española, asesina! Y en eso me identifico mucho con Ngũgĩ. Él, al igual que yo, reconocemos que el mal radica no en uno sino en los vestigios que los apestosos europeos dejaron tras de sí, hediendo putrefacción en todos los aspectos posibles, por decirlo de manera sensible porque bien es sabido que los europeos minaron el campo en que se nutre nuestra identidad. Y que alguien me contradiga.

Literatura gratis: El brujo del cuervo, Diablo crucificado Miguel Ángel Sánchez de Armas.

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