del otro lado de la moneda

No me cabe la menor duda que los norteños mexicanos aún cargamos con la noción de la peregrinación en uno. Es quizá por eso que los gitanos poseen una atracción enorme al consciente norteamericano, pues los romaní son gente de paso y la alegría que la gente de paso trae con sí es sumamente contagiosa, como una droga que hace olvidar el Todo Cotidiano. Gente de paso trae con sí lo nuevo, lo no visto, novedad. El gitano en México y su norte, no conlleva connotaciones negativas, es un ser bienvenido. Exótico. Y en la literatura común de los hipanos Federico García Lorca inmortaliza a esta gente de paso en la conciencia colectiva y por lo general tenemos una buena vibra hacia esta gente, el Gitano, el Flamenco, what not.

Acá en Suecia los gitanos son diferentes. En especial el trato que se les da hacia sus mujeres. Y mucho más porque llevan con sí una doble carga negativa. Son gitanas y finlandeses para acabarla de joder. Los finlandeses no son muy bien vistos por acá, aunque salen mejor librados que los gitanos, es por eso que llevan doble carga. Estas gitanas finlandesas son vistas desde una óptica de sospecha. Y todo por la falda tradicional por la cual se les caracteriza por acá. O sea que la vestimenta es vista con mala fe. En un país donde lo moderno es un símbolo al cual hay que venerar todos los días del año el traje tradicional de estos seres humanos es una afrenta a la vista, un infiel dentro de las entrañas del templo de lo nuevo. Es una vestimenta que causa alarma. La gente trata la ropa tradicional de los gitanos escandinavos como si fuere un instrumento para robar. Y de ahí no me los bajan. Hacen legislación hasta para prohibirles el paso a las tiendas, supermercados etc cual Burka en pleno centro de la guerra contra el terror, pero en este caso el terror es el miedo que les causa a los suecos sentirse acosados por la sospecha de que los están robando bajo sus propias narices. Acá la leyenda de que los gitanos no hacen nada más que robar, propagado no sin duda por esa mal visión mediática que lleva años gestionándose en la televisión, está vivita y coleando. Y eso que los gitanos llevan por acá más de 500 años y aún así, no me los bajan de ratas, cacos y gente por general de mal.


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